



La activista
“Después de dos décadas de logros, hoy intentan hacernos retroceder. Sin embargo, las mujeres afganas de hoy son más educadas, más poderosas, abogan y continúan nuestras luchas”.
En los conflictos y las crisis, las mujeres y las niñas son casi siempre las más afectadas.
Dos de cada tres mujeres sufren violencia de género en situaciones de crisis. Esto representa el doble del promedio mundial en entornos normales, que ya es alarmantemente alto. Durante la pandemia de COVID-19, las mujeres tenían casi el doble de probabilidades que los hombres de perder sus empleos y se ha registrado un aumento en sus experiencias de violencia. Se prevé que esto dé lugar a 13 millones de matrimonios infantiles adicionales entre 2020 y 2030.
Incluso antes de la COVID-19 se había producido en el mundo un aumento sin precedentes de los conflictos, la fragilidad, el extremismo violento y las tensiones relacionadas con el clima. Aproximadamente el 15 % de la población total del planeta (1,2 mil millones de personas) vive en zonas afectadas por conflictos y 100 millones de personas se ven forzadas a desplazarse. Desde el Afganistán hasta Burkina Faso, pasando por Myanmar, Siria, Venezuela y el Yemen, la mayoría de las personas que huyen son mujeres y niños.
En la guerra en Ucrania se han alcanzado niveles de horror y violencia terribles. Al igual que muchas otras guerras, está infligiendo graves daños y afecta a las mujeres y las niñas de manera desproporcionada. Más de ocho millones de mujeres han sido desplazadas dentro y fuera del país. Además, se estima que han habido niveles alarmantes de violencia sexual, que incluyen la explotación y la trata.
Hablamos de doctoras, ingenieras, abogadas, profesoras, mujeres de letras. Son hermanas, hijas, madres y abuelas y, más allá de sus cuerpos, mentes y vidas afectadas, es la sociedad en su conjunto la que se ve claramente perjudicada.
La crisis climática es otro ejemplo evidente de la manera en que las mujeres y las niñas enfrentan mayores impactos que los hombres. Los países informan de tasas más altas de inseguridad alimentaria para las mujeres que para los hombres, con una diferencia de más de cuatro puntos porcentuales en 2021, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Sin embargo, en todo el mundo las mujeres están al frente de la acción climática.
Las mujeres constituyen más del 40 % de la fuerza de trabajo agrícola en los países en desarrollo y el 47 % de la fuerza de trabajo pesquera, aunque sus funciones en la agricultura, la acuicultura y la silvicultura a menudo no se reconozcan. A nivel mundial, las mujeres representan solo el 15 % del total de propietarios de tierras. No obstante, se ha comprobado que si se les ofrece igual acceso a los recursos, las agricultoras sacarían del hambre a 150 millones de personas.
Cuando tiene lugar un desastre, las mujeres son las primeras en responder, y sus conocimientos y liderazgo son fundamentales para movilizar a las comunidades locales a fin de que se preparen, respondan y recuperen mejor. Sin embargo, a menudo son invisibles en los procesos de preparación y de toma de decisiones sobre reducción de riesgos.
La participación de las mujeres en las negociaciones de paz conduce a una paz más duradera. La experiencia demuestra que cuando las mujeres participan en la mesa de negociaciones, los acuerdos de paz tienen un 35 % más de probabilidades de durar por lo menos 15 años.
En crisis como la COVID-19, los datos analizados del Rastreador Global de Respuestas de Género del PNUD y ONU Mujeres muestran que los países con mayor participación de las mujeres en los grupos de trabajo nacionales contra la pandemia son más efectivos en materia de respuesta al virus. Sin embargo, al ritmo actual se necesitarán alrededor de 145 años para lograr la paridad de género en la representación política. Los países podrían beneficiarse en gran medida si se brindara a las mujeres un espacio para la deliberación.
La lista continúa.
Este año, los 16 días de activismo contra la violencia de género contra las mujeres y las niñas son un esfuerzo dirigido a crear conciencia sobre la violación más generalizada de los derechos humanos en todo el mundo. Te invitamos a conocer a 16 de las millones de mujeres que están marcando la diferencia.
“Después de dos décadas de logros, hoy intentan hacernos retroceder. Sin embargo, las mujeres afganas de hoy son más educadas, más poderosas, abogan y continúan nuestras luchas”.
“Soy optimista. Creo que es solo una cuestión de tiempo que logremos más inclusión y respecto por los derechos y necesidades de las personas trans”.
“Muchas veces lo que hacemos no se da a conocer y nuestro trabajo sucede en silencio, aunque hemos aprendido a comunicar esta lucha y este esfuerzo de las mujeres”.
“El 2010 estaba bastante angustiada y tuve la impresión que el terremoto me había arrebatado todos mis recursos, sentimiento que perduró hasta que me incorporé al proyecto 'Mujeres Emprendedoras'”.
“Puedo decir a ciencia cierta que mi trabajo y mi manera de trabajar se han transformado completamente. No nos era posible realizar un seguimiento de los suministros de vacunas y de sus temperaturas en almacenamiento, pero ahora puedo ver y gestionar todo fácilmente en mi smartphone”.
“Quiero brindar servicios de Internet y electricidad dentro de la escuela. Especialmente para aquellos que no pueden asistir, quiero realizar mis lecciones en línea y llegar a tantas personas como sea posible”.
“Como mujeres, nuestra participación económica es innegablemente crucial, y por eso precisamente vamos a seguir aprovechando cada oportunidad, cada talento, cada sueño, y los convertiremos en un logro”.
“Yo misma tenía 4 años cuando fui víctima de la mutilación genital femenina, el acontecimiento más traumático de mi vida. No era plenamente consciente de lo que sucedía a mi alrededor, pero comprendí que no era justo”.
"Quiero contribuir al reconocimiento de las mujeres campesinas y su consolidación como agentes políticas y constructoras de paz en el territorio. Creo firmemente que todas tenemos las capacidades para participar en la toma de decisiones a nivel regional y nacional”.
“Mi plan es usar lo que he aprendido para empoderar y capacitar a más niñas en mi comunidad, y espero que mi recorrido también se convierta en fuente de inspiración para otras personas”.
“Me gustaría movilizar y sensibilizar a otras personas, a mis vecinas, para que no pierdan la esperanza. Todo es un proceso. Donde hay vida, hay esperanza”.
“Toda mi vida he vivido en una situación de conflicto, escuchando disparos por la noche. Puede que no siempre estemos de acuerdo, pero resolver los conflictos que hay en nuestro interior puede ayudar a resolver los conflictos que nos rodean”.
“Las mujeres son la columna vertebral de nuestra comunidad agrícola. A través de nuestros sacrificios, hemos dado muestras de nuestra determinación de asegurar que cada temporada, sin importar las dificultades y la falta de agua disponible para la agricultura, pongamos a nuestras tierras a producir una cosecha que beneficie a toda nuestra comunidad”.
“Por primera vez tenemos un espacio donde nos sentimos seguras, física y mentalmente. Nunca antes las mujeres periodistas de Somalia habían tenido la libertad, la oportunidad y el poder de decidir qué historias quieren contar y cómo quieren contarlas”.
“Cuando vine a la entrevista, me dijeron que sería difícil. Respondí: muy bien, estoy preparada”.
“Que no te detengan los fracasos. Defiende con determinación y confianza tus sueños y lograrás que se hagan realidad".
A medida que se van acumulando una serie de incertidumbres que interactúan entre sí y perturban la vida en todo el mundo de formas sin precedentes, queda claro que la violencia contra las mujeres y las niñas es evitable. Es evidente que la paz y la resiliencia sostenibles no pueden lograrse sin garantizar los derechos humanos de la mitad de la población mundial.
El cambio es posible y es un desafío diario que debemos asumir.
Para que el mundo pueda reconstruir mejor después de las crisis, es necesario preservar los derechos de las mujeres y escuchar sus voces. Porque, cuando se preservan esos derechos y se escuchan esas voces, el desarrollo se arraiga, las economías crecen y la paz prevalece.
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