Por qué vale la pena ser sostenible
De la recuperación a la economía verde
De la recuperación a la economía verde
El Día Mundial del Medio Ambiente 2022 marca el 50º aniversario de la histórica Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Es una ocasión para celebrar los avances en la acción ambiental mundial y hacer un balance de lo que aún queda por hacer para lograr un planeta sano para la prosperidad de todas las personas.
Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, los Gobiernos de todo el mundo se han comprometido a llevar a cabo diferentes tipos de "recuperación verde". En los últimos 18 meses, las principales economías del mundo han invertido más de USD 20 billones para la recuperación de la COVID-19, con el fin de reactivar las economías y abordar las causas fundamentales de la crisis climática.
Hasta ahora, sin embargo, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes. Un análisis del gasto de 50 economías líderes, dirigido por el Proyecto de Recuperación Económica de la Universidad de Oxford y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), concluye que solo USD 368.000 millones de los 14,6 billones (el 18 %) del gasto de recuperación anunciado son "verdes".
La propia investigación del PNUD muestra que, por cada dólar prometido para hacer frente a la crisis climática en favor de los pobres del mundo, se gastan cuatro dólares en subsidios a los combustibles fósiles que perpetúan la crisis climática.
Abordar la crisis climática
Subvencionar los combustibles fósiles
Las amenazas de no invertir en la recuperación verde incluyen el empeoramiento de la salud humana, el aumento de la inseguridad alimentaria y una frecuencia mayor de los desastres. Se prevé que el cambio climático por sí solo, más allá de la contaminación o de las enfermedades zoonóticas, tendrá efectos significativos en la mortalidad para el año 2100. La contaminación atmosférica es ya el principal riesgo para la salud ambiental del mundo, calculándose que esta causa 8 millones de muertes prematuras al año.
En la actualidad, millones de personas están expuestas a una grave inseguridad alimentaria y de agua en África, América Central y del Sur, Asia y los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID). Para 2050, más de 216 millones de personas podrían enfrentarse a desplazamientos dentro de sus propios países, la mayor parte de estas en África Subsahariana, Asia Oriental y el Pacífico.
La actual crisis en Ucrania pone de manifiesto la urgencia de acelerar las vías de recuperación verde, ya que sus repercusiones globales en la seguridad energética y alimentaria pueden afectar profundamente a las personas y los países más vulnerables. Por ejemplo, es probable que el aumento de los precios del trigo y del maíz a causa de la guerra en curso repercutan en las economías más dependientes de las exportaciones ucranianas y rusas, en particular las más vulnerables de África.
Para proteger a la humanidad, es imprescindible ir más allá de las iniciativas fragmentadas para hacer frente al cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los conflictos, las crisis de refugiados y las pandemias, y prestar una atención permanente y universal a estas cuestiones para no dejar a nadie atrás. Nuestro futuro depende de ello.
El enfoque del PNUD para la recuperación verde se basa en el vínculo inextricable entre los medios de vida de las personas, el bienestar y la salud del planeta. Una recuperación verde debe dar lugar a un cambio transformador, en el que los sistemas socioeconómicos y ambientales interactúen para combatir la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Los cambios incluyen destinar los subsidios a los combustibles fósiles a otros fines, brindar energía limpia a más personas, maximizar las soluciones basadas en la naturaleza, y reutilizar, en lugar de utilizar, materias primas para los productos.
La naturaleza interrelacionada de los retos definidos en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) exige iniciativas nacionales concertadas e integradas para encontrar soluciones que beneficien a las personas y al planeta, y que no vayan en detrimento de la economía. Por ejemplo, las iniciativas para descarbonizar las economías también deben aumentar el crecimiento económico, las oportunidades de empleo y la igualdad, y no reducirlos. Las investigaciones demuestran que la inversión en la recuperación verde, desde el acceso a la electricidad generada por energías renovables hasta el aumento de la superficie forestal, puede reducir la pobreza extrema en un 15 % en comparación con la situación anterior a la pandemia.
El análisis de los inversores en la plataforma SDG Impact del PNUD demuestra que la consecución de los ODS creará un mundo más sostenible, equitativo y próspero. Señala las formas en que los inversores pueden ofrecer no solo resultados financieros, sino también resultados sociales y ambientales positivos. Por ejemplo, desbloqueando USD 12 billones en oportunidades de mercado y creando 380 millones de empleos verdes.
La meta del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global no va por buen camino.
Los países deben redoblar sus esfuerzos climáticos si quieren alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura global en 2 ºC (preferiblemente 1,5 ºC) para finales de siglo, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés).
Proteger y restaurar los activos naturales es una de las mejores defensas contra el cambio climático. Por ejemplo, la restauración de 350 millones de hectáreas de paisajes degradados o deforestados para 2030 podría capturar entre 1.000 y 3.000 millones de toneladas de CO2 al año, generando además unos USD 170.000 millones en otros beneficios para los ecosistemas. Proteger y conservar la biodiversidad es fundamental para lograr casi todos los ODS, ya que la mitad del producto interno bruto mundial, unos USD 44 billones, proviene de la naturaleza.
Países como Costa Rica demuestran el valor de invertir en la naturaleza y en soluciones positivas desde una perspectiva climática para el crecimiento verde. De los USD 2.540 millones del presupuesto para la recuperación de la COVID-19 del país, no se destinó nada a iniciativas verdes. Un examen más detallado de los datos nos revela el porqué.
Cuando se desencadenó la pandemia, Costa Rica estaba mejor situada para encauzar su presupuesto de recuperación a la protección social y a otras medidas que ayudaron a acelerar su recuperación, sin que ello entrañara un costo para sus metas climáticas y de desarrollo sostenible.
Casi el 100 % de la población del país ya dispone de electricidad generada por medio de energías renovables, y se ha revertido la deforestación, ya que más de la mitad de su territorio está cubierto por bosques, frente a solo el 26 % en 1983. El país ha evaluado su capital natural para entender cómo puede utilizar mejor sus recursos naturales, tales como los bosques, que representan alrededor del 2 % del producto interno bruto gracias a la madera, otros productos forestales como los frutos secos y las actividades económicas que utilizan estos productos.
A raíz de estos avances con miras al logro de una economía verde, el país ha destinado la mayor parte de su presupuesto de recuperación (USD 1.730 millones) a apoyar el empleo de los trabajadores formales a tiempo completo que fueron suspendidos durante la pandemia y a los trabajadores independientes, temporales o informales cuyos ingresos o jornadas laborales se redujeron.
Se han suspendido los pagos obligatorios de los trabajadores a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), y se han desembolsado USD 90 millones en apoyo de los sectores industrial, agrícola y de servicios en medio de la crisis, así como de mejora de la infraestructura y las respuestas médicas de emergencia a la COVID-19.
En lugar de frenar el progreso, la inversión verde ha permitido a Costa Rica asignar más fondos al logro de la resiliencia económica y social, con escasas consecuencias ambientales.El Plan Estratégico del PNUD 2022-2025 establece una visión audaz para abordar la emergencia planetaria como un camino necesario para lograr los ODS y garantizar la salud, la prosperidad y la seguridad de las personas y el planeta. Herramientas como el Análisis de Escenarios Focalizado pueden ayudar a evaluar el riesgo frente a la recompensa de invertir en la naturaleza a corto, mediano y largo plazo.
El apoyo del PNUD a los países para una transición verde e inclusiva incluye seis soluciones emblemáticas que sirven de modelo para que puedan avanzar en relación con el cambio climático y con los objetivos positivos para la naturaleza, al tiempo que garantizan sociedades más equitativas, prósperas y resilientes. Esto incluye ayudar a 100 millones de personas a salir de la pobreza multidimensional, prestar apoyo a 500 millones de personas para que tengan acceso a energía limpia, apoyar la implementación de planes de acción positivos para el clima y la naturaleza en más de 100 países, y trabajar de la mano con Gobiernos nacionales y organismos del sistema de las Naciones Unidas como el PNUMA.